martes, 4 de agosto de 2009

Lost.

Notaba que algo se avecinaba. Una sensación, un pálpito, o como lo quieras llamar. Oía esa música incluso dormida, buceando entre sueños y pesadillas. Sentía, irónicamente, que volvía a nacer. Quizás eran falsas esperanzas, o mensajes que el inconsciente me mandaba para aletargar las punzadas de dolor que sentía cada vez que pasaba por mi lado. Sabía que había algo más ahí fuera. Y estaba inquieta. No asustada, pero si atenta a cada segundo que corría, por si se daba el caso de que él lo acompañara. El rojo sangre de las uñas se me estaba desconchando de tanto imaginar. Nunca me vería aquí sentada escribiendo unas memorias que ni yo misma recuerdo, mientras acaricio a medianoche con un taza de descafeinado al lado. No apareciste. Por eso está aquí, conmigo. Intenta protegerme de todo lo malo que me golpea alrededor. Siempre está a mi lado cuando me retuerzo en sueños gritando(te). Que vuelvas, o al menos vengas a por mi. Me acaricia atemporalmente mientras se apoya en mis costillas. Si cierro los ojos, me voy lejos con él.