martes, 4 de agosto de 2009

Dieci-siete


Fue el comienzo. Inevitable. Tangible, quizás. Pero no me arrepiento. Ni de ello ni de nada. Doy gracias,y aunque sigo tan idiota como siempre, tan inestable y diciendo las mismas tonterias, he aprendido. A veces, tienes a una persona en tu vida que puede cambiar tu todo, y no te das cuenta. Alguien de la que realmente no sabías nada, de la que habías prescindido sin mayores problemas hasta ese momento y que sin embargo se apodera de ti, consiguiendo que a partir de entonces nada tenga sentido lejos de ella. Como si fuera tu mitad perdida.

Interminable.

Creí durante un solo instante que podría arrojar todo fácilmente a la basura. La verdad, ya estaba acostumbrada a esa monotonía en donde todo por lo que intentas luchar se desmorona en menos de un minuto, y luego tienes que volver a construirlo, pieza por pieza, cosa que se me daba bien. Simplemente.. no sé. No sentía. Algo inhumano dentro de mi había perdido toda esperanza de sobrevivir. Me limitaba a ver como pasaban las horas, las personas, los días, el tiempo.. El sol no solía acostarse pronto y las interminables tardes mudas ennegrecían el cielo, radiante. Hacía mucho calor, y veía mi rostro reflejado sobre la superfície de la pantalla, inmóvil. Me preguntaba que hacía realmente aqui, y si es que de verdad este era mi sitio. Entonces, apareciste tú.

Uno a uno.

Suspiro. Elevación de las costillas por encima del corazón. Teclas que suenan. Días que quedan. Sueños que desean realidades. Hojas secas van sin rumbo por el suelo, esperando a qué algún abrazo del viento las recoja. El sol se agacha por si alguien lo ve, temeroso de mostrar su cara. Deseoso de robar alguna noche. Dos figuras envuelven el paisaje. Caminando. Recuperándose a si mismo. Sobre la nuca, una respiración. Un latido. Otra forma de empezar lo que no había empezado. El tiempo tiene sus razones, y cada acto que se produce, las suyas. Todo era real, pero un llamado error lo cambio todo. Ojalá pudiera transmitir toda palabra mental con los dedos y grabarlas en hierro, a fuego lento. Para que nunca se borre esto que pienso, esto que.. .Hay demasiadas cosas de mi misma que me gustaría cambiar y no puedo. Demasiadas. Demasiadas letras que me gustaría pronunciar, o permitirme pensar.. Se niega el tiempo a borrarte. Me niego yo a borrarte. Sobretodo, yo.

Principalmente, el calor.

El calor abrasaba cada mota de vida que encontraba a su paso. Cada suspiro. Cada lágrima. El sol, radiante, hacía que lo días naciesen como una enorme sonrisa. El agobio de los últimos días aturullaba las cabezas como un resfriado pasajero del que deseas librarte, y la gente andaba entre risas nerviosas y cansadas, pensando en que pronto vendría la total y absoluta despreocupación. Era una época característica de buen tiempo y alegría contagiosa. El cielo emanaba ilusión. Todo era raramente familiar. Principalmente, el calor. Yo, sin embargo y a pesar del color rosa que parecía estar teñido todo, sentía un escalofrío recorrerme la espalda al pensar en ello. A pesar del agobiante calor, el ambiente contagioso y la sonrisa espléndida, sentía un vapor helado en la nuca. Algo punzante y estremecedor. Como un dolor tan intenso que no lo puedes llegar a sentir, pero que duele. Tenía frío un 3 de junio.

Roulette.

Los ojos expectantes. La boca susurra. Busca, rota. Los brazos cansados, descolgados del resto del cuerpo, se muestran abúlicos. El corazón late atento, detectando cualquier movimiento que se pueda producir. Un hilo de impotencia crecía en la boca de la garganta, queriendo salir corriendo. El irrefrenable impulso latía atento bajo las capas de aire que lo oprimían, fruto de la acelerada respiración. Había una infinidad de razones que me cuestionaba cada minuto de mi vida que aparecían cada vez que me venía a la cabeza los tres meses que me esperaban. Me ahogaba pensando en ello. Y cada noche llegaba a la misma conclusión. La misma causa por la que luchaba en mi interior incansable, y hasta el último aliento, era la causa que amaba con todas mis fuerzas. Con todas y cada de las fibras de mi ser. A medida que pasaba lo alto y ancho del tiempo, crecía en mi garganta el impulso casi irrefrenable de darme la vuelta y salir corriendo a decir lo que realmente quería decir.

San Juan.

Anoche, entre las olas, pedí un deseo. Uno, aunque podría haber pedido muchos. Podría haber pedido por ejemplo, fuerza para afrontar lo que se me viene encima el curso que viene. Suerte, con las cosas que parecen ser importantes en la vida y que no lo son. Podría haber pedido que se pase rápido, que sea más leve de lo que va a ser. Pero no lo hice. También, podría haber pedido ser fría. Fría, y que apenas nada me hiera. O que por fin pueda descubrir que me falta para sentir que me conozco perfectamente. Podría haber pedido no sentirme tan habitualmente idiota como me siento, o al menos no parecerlo. Podría haber pedido un reloj que diera la vuelta hacia atrás, simplemente para contemplarte y aliviar mi ahogo. O simplemente tratar de saber que es cierto y que no. Encontrar una solución para saber como voy a sobrevivir al tiempo, aunque él sea el único en el que confío. Saber de donde iba a sacar las fuerzas necesarias para sobrellevar el dolor, que sin duda, lo hay. Que cada excusa sea buena para llorar con todas mis fuerzas cuando el cielo oscurezca. Pero no lo hice. Mantuve los ojos cerrados mientras pensaba en ello, y me olvidaba de todo y todos. Y pedí uno. Sólo uno. El más importante de todos.

Lo verdadero, nunca muere.

Por muchas horas muertas, y las que quedan por pasar. Por cada minuto incondicional nuestro. De mis pensamientos, la razón. Por cada segundo inconsciente que hasta en sueños me persigue, buscándote. Y ni siquiera me hace falta imaginar tu rostro para mantener esto vivo, por la simple razón de que es verdadero. Y lo verdadero nunca muere. Y aunque pida respuestas, o al menos razones, tengo en cuenta que sólo hay una única razón. Y esa eres tú. Por que si es así, no puedo evitar una sonrisa de soslayo al recordar. Porque si tuviera que elegir un único sonido entre todos los de la Tierra, elegiría el de tu voz. Y, si algún día te dije que nunca diría un te amo y que nunca iba a amar, que sepas que fue una necia mentira. Porque lo hago. Ahora, lo hago.

Alianza.

Muchas veces, la vida se cierne a una sola oportunidad. Claro que, quizás la forma más fácil de sobrevivir sea evitarla, aunque esa no sea la solución, ya que también muchas veces, también nos encontramos cara a cara con la mentira. La hipocresía de la que se alimenta el ser humano, el egocentrismo que puebla las mentes y las calles, el curioso sentimiento de dolor que experimentamos cuando nos damos cuenta de que, absolutamente todo está en nuestra mano. Cambiar las situaciones, los pensamientos del individuo, incluso a las personas. La primera impresión es el poder que el miedo ejerce día a día sobre nosotros. Miedo al fracaso, principalmente. Miedo a que la gente nos diga la dolorosa verdad a la cara. Miedo a saber de una vez distinguir el bien de el mal. Miedo a amar. Y a ser amado. Porque el amor anda de la mano del dolor, se alimenta de el, lo sufre, y con ello nosotros. La debilidad de caer en él, de ser su títere. Porque nadie sabe quien es hasta que a pasado por ello. Nadie se conoce. El amor abre nuevas puertas, abre sentimientos que creíamos que teníamos ahí, pero que estaban enterrados. Y también las cierra. Porque el amor es el sentimiento más doloroso que hay, eso sin duda. Nos hace conocer cada fibra de nuestra propia alma, cada célula infectada de este sentimiento, y los cambios en la persona que produce. Pero paradójicamente, no hay palabras para describirlo, de lo grande y profundo que es. El amor saca lo peor de las personas, pero también lo mejor. Nos hace pasar noches en vela, conociéndonos. Nos abre de tal forma que despierta lo bueno de nosotros. Nos hace experimentar, reír, gritar de alegría, bailar, cantar, disfrutar. El placer de sentirse envuelto en alguien. Protegido. Porque en ese estado, nada hay que no puedas afrontar estando con lo que quieres a tu lado, sea cual sea el tipo de amor experimentado. Así que amor y dolor. Los dos polos opuestos, que tan poco se llevan. Que tanto comparten. Que tanto luchan por sobrevivir, el uno al lado del otro, por apoderarse de aquello que les importa, viviendo en una lucha continua. El dolor, aliado del sufrimiento, y el amor, de la fuerza. La gran diferencia es que el amor puede curar, y el dolor nunca podrá hacerlo. Por lo que, si me preguntaran que puede más ni siquiera me pensaría la respuesta. Aquello que da vida, que da felicidad, pese a todas las dificultades que acarree, es lo más poderoso e invencible que puede haber. Amar.

Descafeinado.

Se acabaron las contemplaciones. Es la era del olvido, de la indiferencia. O eso dices. Rompiendo sueños, empezamos a soñar. Si hay contingencia, arrastrémosla. Nuestra propia felicidad está en las manos del otro, aprovecha tus oportunidades. Si quiero decir, callo; si quiero callar, digo. Las 16:24. Estoy desfallecida. Egocentrismo como religión. Pasión como desgana. Proezas. Darle, restarle valor a lo conyugal. Reparo corazones con pegamento de barra. Rompamos ilusiones con cuchillos y causas. Queramos querer y ser queridos. Comete el mundo. Sueña con quien quieras hacerlo.

Remember.

Te borré de mi vida para poder salvar la tuya. Entorné los párpados para hacerme creer que te habías ido, que ya no formabas parte de mi. Y era engañarme a mi misma, porque cuando los abrí, seguías ahí. Y que quieres que diga.. ahora eres vital como el aire que respiro. Respiro para concentrarme y no lo consigo. Puedo soñar, y no lo hago. Porque es inútil mantener viva una parte de ti cuando el resto está muerta. Te miro. Te estoy mirando. Me haces soñar. Pareces feliz. Ojalá lo seas, de verdad. Pierdo el tiempo escribiendo esto, pero evadirme es inevitable, al igual que algunas otras cosas. Estoy cansada. Todas las palabras del diccionario me recuerdan a ti. Canciones, películas, colores te reflejan. Paso horas y horas mirando tus fotos, aquellas que no quemé. Recordando. Me alimento de horas muertas contando minutos. Bebiendo de tus risas y mis anhelos. Suena esa canción y se me tensan los huesos. También me hace gracia ese egocentrismo tuyo. Acabas de sacarme una sonrisa. Bastante pronunciada. Odio la normalidad, y también odio todo esto. Espero que seas feliz. Prometo apartarme si dices que lo eres. He apagado las luces porque así te oigo mejor. Me gusta pensar a oscuras, escribir sin mirar. Esto es patético. No puedo ordenar mis ideas sin escribirlas en un papel, aunque a decir verdad, escribiéndolas tampoco.

Contigo.

La sangre sale disparada, desde los pies a la cabeza, en un intento de liviar con el dolor. Quiero y no puedo moverme. Corre. Por Dios, corre. ¿Me escuchas? Te veo. Incluso sin ojos te vería. Prometo guardarte todo lo que me concedas, y darte el doble. Voy a aprovechar cada minuto de mi existencia en saborearte. Voy a recorrer tu espalda con mis dedos, y a entrelazar tus manos con mi pelo. Sabes que me encanta, pero no más que tú. Quiéreme porque te quiero. Te miro. Apartas la vista. Se me inundan las pupilas. Corre, no llegamos. Relación espacio-tiempo, Pirámide de Maslow. Eres la base de mi necesidad. Me miro en el espejo y te vuelvo a ver. Es lunes. Miento, es viernes. Parecen semanas. Voy a alcanzarte. No puedo. Miento, si puedo. No quiero, deseo hacerlo. Dame la mano. No llegamos. Juntos pero a millas de distancia. Estás más cerca de lo que te imaginas, no sabes hasta que punto. Tiemblo. Escribo. Llevo desgarrados los labios. De morderte. Morderme, quiero decir. Es imposible. Miento, es posible. Cierro los ojos. Te vas. ¡No!. Espérame. Y sino, llévame contigo. Haz que te mire desde lejos y que te sienta desde cerca. No te siento. Hago por sentirte. Me siento. Respiras. No quieres/puedes/sabes. Me duele. Rompo hojas/corazones/sueños. Y me los rompen. Y se los rompe. ¿Qué es? Es tan profundo que llora sangre/lágrimas/azúcar. Estudio de memoria historia. Miento, cada una de las partes de tu cuerpo, en realidad. Recito las de tu mente. Cierras los puños y piensas. Lo noto en las costillas. No puedo permanecer más aquí. Yo no soy yo, aquí. Ni allí. Sólo contigo. Prometo no hacerlo nunca más. Miento. Lo haría diez mil veces más. Esta noche soy de ti. Tuya. Mia, quería decir. Para el frente siempre. De lado. Pues no, otra vez para atrás. ¿Qué me pasa? Es tu nombre adaptado y repetido 5452134120675498054507201479540721470 mil veces. Millones. Millares de millones de miles de suspiros. Cantidad. De fotos. Miento, palabras. Todo se queda en palabras. Quiebro la comisura derecha. Tres sonrisas de (casi)felicidad. Sueños. Repetí esa palabra tres veces por segundo. Ahora la repito diez. Diez segundos. Desvío, desvías. Todo va, vuelve. Das, recibes. No debería morirme por vivir en tus brazos. Pero nada físico me motiva. Contigo soy yo.

En mi cabeza.

Veo borroso. Imágenes fugaces se agolpan en mi mente. Recuerdos, realidades y sueños ocupan todos mis minutos. Cada noche repaso cada detalle, cada noche repaso cada detalle, cada palabra, gesto, acto o motivo que me explique la razón de haber dejado de dormir, dando vueltas en la cama, abrazando a la almohada. Me lamento. Lamentos son lo que se oyen cuando veo tu imagen grabada en mis canciones. Quisiera entender mi propia letra, saber que se esconde entre las raíces de todo esto. Egocentrismo. Entristezco. No quiero ni pronunciarlo en voz alta. Me he dado cuenta que, a sabiendas de que me iba a doler, lo he vuelto a hacer. He vuelto a caer en la misma historia, justo cuando estaba apunto de salir, cuando había encontrado otra alternativa a todo esto. Buceo entre el dolor y la razón. Quiero ver y no sentir. Una lagrima recorre su mejilla. Entonces, al notar esa húmeda textura rozándome la piel, me doy cuenta de que contiene el motivo. Me doy cuenta de que, con no sentir, me sobra.

Honestamente.

Es como si nada hubiera ocurrido. Quizás pensar en la estúpida idea de que volverás, me ayude a mantenerme en pie. Yo rechazo tu realidad y la sustituyo por la mía. Sin ti, sin aire. Dulces noches de verano, estrellas fugaces, nuevos romances que te ayudan a estar sano. Para mi, eso ya se perdió. Perdí las ultimas fuerzas, incluso la intuición que siempre tuve. Quiero que desaparezcas de mi vida, al igual que tan rápidamente desaparecí yo de la tuya.

Transparente.

Algunos dicen que esta ahí. El alma. Tan pura, limpia y transparente que solo una persona en toda la faz puede verla, y aun así, solo es un pequeño destello que apenas se aprecia a simple vista. Después, todo se vuelve brillante. El aire saborea los resquicios de aquellos destellos. Cada persona es un estallido de alegría, cada ilusión una oportunidad, cada sonrisa, una invitación a soñar con ella, y , la de esa persona, la que contiene el alma culpable de estas emociones, se vuelve cegadora. Cada paso que da, un impulso a seguirla, durante toda la eternidad. Cada caricia un torrente de emociones, cada abrazo una promesa más de amor y cada beso otro motivo más para quererla.

Mermelada de mentiras

En realidad no hicimos caso del que dirán. No supimos conocernos. Mezclamos emociones, Removemos sentimientos, batimos recuerdos, y ahora solo nos quedan los encuentros por casualidad guiados por pisadas abatidas. Lo único que refleja lo sincero de nosotros, aun responsable de ser la causa del supuesto error, son esas gratificantes, desesperadas, imprescindibles y necesitadas miradas.

Lost.

Notaba que algo se avecinaba. Una sensación, un pálpito, o como lo quieras llamar. Oía esa música incluso dormida, buceando entre sueños y pesadillas. Sentía, irónicamente, que volvía a nacer. Quizás eran falsas esperanzas, o mensajes que el inconsciente me mandaba para aletargar las punzadas de dolor que sentía cada vez que pasaba por mi lado. Sabía que había algo más ahí fuera. Y estaba inquieta. No asustada, pero si atenta a cada segundo que corría, por si se daba el caso de que él lo acompañara. El rojo sangre de las uñas se me estaba desconchando de tanto imaginar. Nunca me vería aquí sentada escribiendo unas memorias que ni yo misma recuerdo, mientras acaricio a medianoche con un taza de descafeinado al lado. No apareciste. Por eso está aquí, conmigo. Intenta protegerme de todo lo malo que me golpea alrededor. Siempre está a mi lado cuando me retuerzo en sueños gritando(te). Que vuelvas, o al menos vengas a por mi. Me acaricia atemporalmente mientras se apoya en mis costillas. Si cierro los ojos, me voy lejos con él.

Lo necesito.

Nace en los escombros de mi corazón, recomponiendo poemas, coleccionista de vocación, ven y si pues mas dices lo que vienes a pensar no rompes al valiente, sino que al alma haces gritar cuando rozo tus manos. Tropiezas con mi cuerpo y nos despedimos como hicimos ayer. Un rápido movimiento de manos y un te quiero silenciado que solo nuestra mente llega a oír. Dijo adiós con una mueca disfrazada de sonrisa. Podemos descubrir aventuras en los ojos del otro y necesito decirte lo que pienso hacer. Se tu sitio favorito, se donde te ocultas y te lo voy a desmantelar. Se que necesitas decirme que quieres que lo sepa (lo necesito). Vas a volverme loca. Tu y tus encrucijadas reflexiones. Aunque sé que he fracasado en el amor, aun siento que puedas verme. Alguien me levanta si te toco.

Juguetes del destino.

Esto no estaba previsto. Necesitaba algo a lo que amarrarme, a lo que aferrarme rápidamente en medio de toda este delirante locura. Todo pasa muy rápido. los cambios, las personas.. caminaba por otra calle diferente a la suya. Y.. aunque quisiera, no podía deshacerme de ese tierno pensamiento de probar lo que no podía. Era algo mas sustancial que lo físico, algo mas que lo palpable. No tenia nombre pero tenia sentimiento. podía aspirar el aire que brotaba de sus labios con corta frecuencia al pasar. Y examinándome las puntas de los zapatos te observo. Pensé que cuanto mas lejos estuviese mejor. Tú harías feliz a los de tu alrededor y yo al destino. Como romeo dijo, somos juguetes del destino. Pero yo juego con él, arriesgándome a alterar lo que e estado construyendo con tanto esfuerzo a lo largo de mi vida. Te aferraba entre mis dedos como si de mis entrañas se tratasen. Temía perderte a cada segundo que pasaba.Temía que, por alguna razón, desaparecieras. Y lo sentía todo como un regalo. Me deslizaba entre tus sabanas, entre tus sueños. O eso pensaba al principio. Poco a poco aprendes que solo cuenta lo que los demás cuenten, sin contar con lo que tu sientes. Sufrí esa muestra de egoísmo tantas veces que inconscientemente la practico. Y jure que nunca lo haría. Incontables veces sentí tu frío aliento sobre mi piel, hirviéndome la sangre bajo ella, y aun sigo en este portal esperando oír mi nombre brotar de tus labios.

Ahora.

Hago sonar una canción y me prometo que antes de que las notas lleguen a su fin el teléfono sonará. Vivo un poco nerviosa esos minutos, y el descaro de mis uñas rojas pintan una situación bastante ridícula. Como una tonta, aguanto hasta que se pudre la melodía, miro el teléfono y vuelvo a comprobar que mi vida no es una película. Y que aunque lo desee con todas mis fuerzas, no pasará porque no depende de mí. Cuando ocurre algo importante, inesperado, parece que todo lo que no se introduce dentro de esa pequeña gran historia se pierde, desaparece. Todo se para y sabes que no te importa nada más que el momento que estás viviendo en ese mismo instante. Más cuando algo que esperas no sucede, todo parece ir más rápido, los demás quieren ir a más y entonces eres tú la que quedas fuera de esa pequeña gran historia. De todas formas, aún me queda la opción de imaginarme cómo hubiera sido ese instante. Aún puede ser.

Jarros de agua fría.

Busqué a la nada, y la nada me encontró. Me sumí en una inconsciencia profunda, y allí las hallé. Verdades. Vistas sin ver. La esencia de lo real mezclado con lo increíble. La buena suerte de los imbéciles, la de mala de los que mueren de amor. Estas solo. Tú solo tienes que labrarte tu propio camino. No creas en nadie, porque nadie va a labrar por ti. No te fíes de los que dicen quererte, ni de los que dicen no hacerlo. Fíate de los que no te lo dicen, sino que te lo demuestran. No creas en el amor, porque sólo hay uno. Uno. No está en los libros, ni en tu cama, ni en tu vida de momento. Está en tu mente. En tu cuerpo. En cada célula de tu dichoso ser. Espera a que las cosas ocurran por si mismas, y espera sentado. Pero espera. Y huye. Y corre. Y no mires atrás, porque si lo haces te vas a caer. Y va a ser mucho más duro que la vez anterior. Más dolor, más experiencia. Al final es lo único que cuenta. Tú, y los golpes que te han dado.

Blur.

Lo extraño dejaba de convertirse en amenaza. Lo inusual en una debilidad. Cada segundo es crucial para la supervivencia. Al acecho de todo lo que rodeaba mis intereses, había algo que no terminaba de encajar. Defectuoso. Raro. Cauteloso. Si aquella era la única de no vivir despierto habría que aprender a jugar con todas las cartas. Aunque el cansancio se me acumulaba en los músculos, debía mantener los ojos bien abiertos. Aunque ya había, hay algo que me inquieta. Algo que al pasar me eriza el pelo de la nuca. Que me hace cerrar los ojos con lentitud y inhalar profundamente en mi misma hasta que se me olvide toda existencia mas allá de lo perpetuo. Aire. Y concentración. Y huelo. Huelo el odio. Y a la rabia con la que me mira. Mezclada con amor. Es una curiosa, muy curiosa combinación...

Tanto.

Tan.. insostenible. Dejar culpar a alguien por algo que nunca a echo.

Tan.. inhumano. Seguir respirando mientras busco razones para existir.

Tan .. increíble. No acabar lo que tú no has empezado.

Tan.. frío. Estar obsesionado con saber lo que no sabes si es cierto.

Tan ..triste. El ver como se derrumba en un segundo lo que poco a poco has estado construyendo.

Tan.. frustrante. Intentar tirar una muralla invencible abajo y que no caiga ni una sola piedra.

Tan.. delirante. Recordar que por mucho que quiera no pueda quitarme el nudo que llevo en la garganta.

Tan.. doloroso.

Despierta.

Vacío. Un punzante vacío. Frío, en las manos. Dolor. Dolor en las costillas. Sorprendentemente, estoy sorprendida, aunque sea lo único que me haya pasado en los últimos meses. Me he despertado en una cama suave. Cómoda. Cálida. Pero eso no ha impedido que me abra los ojos completamente desconcertada, asustada y maniáticamente obsesionada con algo que no era verdad. La mayoría de veces, cuando me despierto, no sé quién soy. Sólo dura unos segundos, hasta que mi vida viene de golpe a echarme en la cara un jarro de agua fría; pero, durante esas décimas de segundo, es imposible explicar la sensación que me recorre el cuerpo. Intentaré describirlo. Es.. calma. Quietud. Paz. No sé quién soy, que me ha pasado, qué he hecho, ni porque estoy en esa cama rodeada de almohadas desde la cabeza hasta los pies. Pero, soy tranquilidad. Entonces viene. El recuerdo de la pesadilla. Y despierto de ese efímero y pacífico trance. Y sé quién soy. Y sé que he hecho. Y sé que ha pasado. Y sé porque estoy rodeada de almohadas. Entonces se me carga la espalda. Parece que una losa destinada a ser la base de un trasatlántico se cuelga de mi espalda mientras se balancea. Se me endurecen los párpados. Respiro hondo. Suena el despertador, y tengo que volver a empezar.

Vulnerable.

Veo borroso. Imágenes fugaces se agolpan en mi mente. Recuerdos, realidades y sueños ocupan todos mis minutos. Cada noche repaso cada detalle, cada noche repaso cada detalle, cada palabra, gesto, acto o motivo que me explique la razón de haber dejado de dormir, dando vueltas en la cama, abrazando a la almohada. Me lamento. Lamentos son lo que se oyen cuando veo tu imagen grabada en mis canciones. Quisiera entender mi propia letra, saber que se esconde entre las raíces de todo esto. Egocentrismo. Entristezco. No quiero ni pronunciarlo en voz alta. Me he dado cuenta que, a sabiendas de que me iba a doler, lo he vuelto a hacer. He vuelto a caer en la misma historia, justo cuando estaba apunto de salir, cuando había encontrado otra alternativa a todo esto. Buceo entre el dolor y la razón. Quiero ver y no sentir. Una lagrima recorre su mejilla. Entonces, al notar esa húmeda textura rozándome la piel, me doy cuenta de que contiene el motivo. Me doy cuenta de que, con no sentir, me sobra.

Descubrise.

Cada roce del aire contra mi piel asfixia las intenciones, dadas por sabidas. Me controlo por si distorsiono con la voz mi realidad. ¿Donde esta? Mi fuerza de voluntad se quebraba cada vez que encontraba un resquicio por el que mirar. Un reojo. Un escalofrío. Y aunque me mentalizara todas las noches de que debía mantenerme a salvo, volvía a sucumbir. No sé. Quizás sea por mi forma de ver las cosas, o por la creciente necesidad que aferraba mi pulso. Quizás sea cierto que nada nos pertenecía, salvo.. en el recuerdo. Cada esquina que doblaba era una decisión en mi vida, cada suspiro un acto de..¿Resignación? No. Más bien de incredulidad asimilada. Pero..¿Pero donde está cuando las luces se apagan? Cuando todo gira demasiado deprisa.. ¿Dónde..dónde estas?

Verme.

Es..como caer a los fondos de lo mas bajo. Encontrarse en el ultimo escalón que querrías verte. Mirarte en un espejo y no ver nada. Solo una extraña que te devuelve la vista. Es ver como tu razón de ser se va y tu estas ahí para verlo. Ver como el centro gravitatorio de tu propia esenciase desvanece. Verte lejos. Ver como te rompes a trozos y no puedes recogerte. Estas inmóvil. Y ante todo, sola. No comes. No duermes. No hablas. No vives. Tan solo respiras. Ya.. ya no es una vida. Solo es una forma de vivir. Sólo silencio me gusta. Lo escucho. Cuenta la pura y frágil verdad.

Anhelos.

Todo estaba basado en errores. Las luces del cielo parpadeaban intentando eclipsar ideas, pero no hacían más que matar sentimientos. Puede que en una calurosa noche de verano, confundieras emociones abrazado a la almohada. Dicen que siempre deseamos lo que no podemos tener. Te deseo. Quizás fuera eso. La perfección emocional es difícil de alcanzar, aunque alguna vez estuvimos apunto de rozarla. Puede ser que en una otoñal mañana, sea yo la que malinterpreté sus sentimientos. Puede ser. No salgo del estado de incredulidad en el que me encuentro. Lo más curioso, y a la vez frustrante, es que ahora soy yo la que pende de un hilo tan fino como lo que un día llame amor. En cambio, y quizás por suerte o por desgracia, tú cuelgas de una losa de hierro que contiene todo lo que un día creí no querer y hoy anhelo.Creí durante un solo instante que podría arrojar todo fácilmente a la basura. La verdad, ya estaba acostumbrada a esa monotonía en donde todo por lo que intentas luchar se desmorona en menos de un minuto, y luego tienes que volver a construirlo, pieza por pieza, cosa que se me daba bien. Simplemente.. no sé. No sentía. Algo inhumano dentro de mi había perdido toda esperanza de sobrevivir. Me limitaba a ver como pasaban las horas, las personas, los días, el tiempo.. El sol no solía acostarse pronto y las interminables tardes mudas ennegrecían el cielo, radiante. Hacía mucho calor, y veía mi rostro reflejado sobre la superficie de la pantalla, inmóvil. Me preguntaba que hacía realmente aquí, y si es que de verdad este era mi sitio. Entonces, apareciste tú. Y todo volvió a cobrar sentido.

Instinto animal.

Intercambio de miradas. Un par de besos rápidos, o ya ni eso. Sonrisas amargas que dejan mucho que decir. Intercambio de palabras. Hablamos de dos cosas sin importancia. Me levanto. Te vas. Se oye el chasquido de mis huesos al romperse. Viene. Lo oigo. No lo escucho. Pienso en ti. Sonrisas tontas. Cinco estaciones. ¿Otra vez?. No. Tres segundos sin ti. Sinónimos de infierno. ¿Ahora o nunca?. Quédate conmigo. Por favor. Mi alma es tuya. Aspiro un halo de tu respiración. Vuelvo a vivir. Compartes mis sueños. Comparte mi cama. Vuelves. Se oyen mis ganas de abrazarte. Temblores. No te vayas sin mi. Te miro. Se lo que piensas. En realidad, siempre lo sé. Vuelves a mirar. Tres, dos, uno.. Apartamos la mirada. Es el tope. Para que nadie lo note, me refiero. Mierda. Otra vez ganas de acercarme. Empieza a llover. Litro por metro cuadrado. Me golpean en la cara. No se nota que estoy llorando. Día siguiente. Entras por la puerta. Se me corta la respiración. Bajo la cabeza. Siempre contigo. Sin ti, quería decir. El color de tu pelo. Tu aroma. Tu piel. Estas conmigo. En mi mente, sin duda. Ya no hay vuelta atrás. Aunque no quiera, esto es irreversible.

Dijimos que no cambiaríamos nunca.

La calle susurraba su nombre por cada paso que daba. Busco algo inalcanzable. Es sencillo y verdadero. Aún no se ha inventado una pócima mágica contra el tiempo que pasa sin observar cómo se rompen los lazos irrompibles o cómo los sujetos inseparables respiran aires distintos en lugares opuestos. Los viejos amigos que te cruzas van con prisa, tú vas con prisa; un saludo, un abrazo y una sonrisa. Quedamos en llamarnos, pero eso se olvida cuando surgen otras cosas. Así es. Pero un día brindaremos por el pasado. Decíamos que no cambiaríamos nunca, pero mírate, mírame.

Y el mundo cobró cordura.

Lo recuerdo perfectamente. Era el 15 de mayo. La primavera tardaba en llegar y se formaban nubes de lluvia. Y él gritaba. Sin razón, como siempre. Entre las ramas, se veía el sol. Tú andabas con la mirada perdida, oyendo sin escuchar. Tus ojos se recortaban en el cielo como la farola que nunca consiguió vender su luz. Me pregunté cuál era tu punto débil. Entonces, levantaste la vista, y, por primera vez, me miraste. Y el mundo cobró cordura. Te volviste hacia mi, ignorando toda presencia sin sentido alrededor, y me dijiste:

-Usted no habla mucho, verdad?
- Sólo cuando merece la pena.
- Oh. Creo que me va a caer bien.

Tras cinco horas y media sin una mínima pausa de conversaciones interminablemente placenteras, comencé a pensar que había algo en ti. Pero hoy, a cosa de la una y cinco del mediodía, me he dado cuenta de que no es así. Y, curiosamente, me ha dolido como no puedes imaginar. Me temblaban las manos sólo de pensar en asumirlo. Y aún me pregunto porque no he sido, o mejor dicho no soy capaz de estar dos minutos seguidos sin que estés en mi cabeza. Me temblaba la boca de pensar que debía creerlo. Pero aún no puedo. Yo nunca me habría esperado esto de ti.

Perfección vs autodestrucción.

Perdí la conciencia a las 6:32 de el jueves 37 de agosto. La razón la perdí dos horas y media más tarde, al salvarme la vida. En ese estado, es difícil describir todo lo que pasa por tu mente. Imágenes fugaces. Voces. Recuerdos. Momentos que han sido importantes en tu vida, merodean por tu cabeza. Aun recuerdo la textura de tu pelo cuando nos bañábamos juntos y me abrazabas hasta que se me cortaba la respiración. O cuando me levantabas por las mañanas a codazo limpio, incluso recuerdo el olor que dejabas al levantarte de la cama. El color de tus ojos por la mañana, cuando te daba el sol y salían tus pupilas color chocolate, que parecía que te habían barnizado los ojos de lo que brillaban. Aquellos días en los que me escondía entre las mantas del sofá con cara de pocos amigos, despeinada, mirando por la cristalera del salón, y te sentabas en mis piernas tan solo a preguntarme cuantos días me duraba el síndrome premenstrual hasta que hacías que se me rieran las costillas. O, cuando llovía, que nos quedábamos a ver pelis sensibleras tirados en el sofá sin nada mejor que hacer que abrazarnos..Tú odiabas la playa, y a mi me encantaba. Solía correr por la arena hasta que me abrasaban los pulmones y me quemaba los pies, mientras tu refunfuñabas sentado en una roca con los pantalones remangados y tarareando aquellas canciones nuestras, como siempre. Yo odiaba correr por las mañanas, y a ti te encantaba. Quería matarte cuando oía un sábado por la mañana aquel endemoniado despertador robarme el sueño a las siete de la mañana. Levantabas las sábanas para despertarme por la parte de atrás, tirando al suelo las almohadas que tenia a los pies, y me zarandeabas hasta que me daba vueltas la cabeza. Siempre te ponía excusas tontas para quedarme esperándote mientras tu te desfogabas corriendo, pero de una manera u otra, no soportaba alejarme más de dos minutos de ti. Asi que, muy a mi pesar me enfundaba la sudadera y las deportivas y salíamos a correr.. Nunca faltaba mi gran pregunta predilecta: ¿Llevo el pelo bien?. Tú me mirabas con esa cara de incredulidad contenida, y en tu rostro se reflejaba lo que pensabas: 'Siempre lo llevas igual' . Pero contrariado, siempre me decías: 'Despeinada pero bien, como siempre'. Te gustaba hacerme rabiar. Nunca me gustaron los tacones. Preferiría ir a una boda en deportivas, eso seguro. Recuerdo el día en que se casaron Jarrod y Lilith. Nos despertamos una hora tarde, y eso que tú eras el padrino. Cuando apareciste con tus converse y tu chaqueta naranja de etiqueta, no podía creérmelo. No paré de desternillarme de risa hasta que Kate y Kim me recordaron que éramos damas de honor y debía mantener la compostura. Aquellos tacones se me clavaban como cuchillos jamoneros en los talones. Recuerdo las muecas de dolor que te hacía, y como sonreías al verme la cara de circunstancias que ponía. En un descuido del cura, me los quité, y comenzaste a desternillarte de risa al ver que Kim y Kate me sacaban dos palmos de más, y eso que sin tacones ya me los sacaban. Yo odiaba mi 1.59 de altura, y tú me hacías feliz al encogerte a mi lado a sabiendas de que yo te veía. Compraba dos pares de gafas por semana, me encantaban. Recuerdo que una vez compré unas tan grandes que me tapaban media cara, y a ti no te gustaban. Se rompieron 'accidentalmente' cuando te sentaste encima de ellas en el sofá. Como de costumbre, no podía enfadarme contigo. Odiabas bailar, y a mi me encantaba. Una noche te convencí para que nos fuésemos a una discoteca que había en el centro, y algo que nunca olvidaré, fue la cara que pusimos al ver a todas aquellas chicas semidesnudas restregándose con todo el tío que se les ponía por delante. Según nos pusieron el sello nos dimos la vuelta, subimos al descapotable rojo-despampanante que habíamos comprado seis meses atrás, me miraste con una cara de horror divertido, y como siempre, me hiciste reír. Pusimos la música lo más alto posible, y, ya que nos sabíamos las mismas canciones de memoria, las cantamos a voz en grito hasta el punto de dolernos los dientes de tanto reírnos. Como sabías que no quería quedarme toda la noche encerrada, me llevaste al Broody's a cenar. Casi se nos salen los ojos de las cuencas al ver la cuenta. Era uno de los más caros de la ciudad. Se hizo tarde, y debíamos irnos. Íbamos de camino, cuando de repente, cuando estábamos a punto de llegar a la calle que daba a casa, doblaste bruscamente la esquina, paraste el coche de un frenazo, y te acercaste lentamente a mi. Podía sentir tu respiración en mi garganta. Tu mejilla en mi mandíbula. Pronunciaste mi nombre unas cuantas veces. Después de eso, sólo recuerdo el sabor de tus labios y me llevaste a cuestas hasta la cama. Compramos un perro. Yo quería un gato, pero te empeñaste en comprar un carlino. Me enamoré de él nada más verlo. No paraba de hacerle carantoñas y tú simulabas enfadarte diciendo que lo quería más a él que a ti. Te dije que cuando terminara contigo, no habría perro que valiese. Me pinté los labios de rojo carmín y te los marqué por toda la cara. Te hice tantas fotos que creía que la cámara iba a reventar.Pero...lo que más me gustaba era verte reír, ¿sabes? Con aquella bocaza que abrías que parecía invadir toda tu cara. Una sonrisa como un sol de amplia, una sonrisa sin fondo. Estando a tu lado, esa sonrisa se me contagiaba.

Errores.

-Que haces?
-Pienso.
-En que piensas?
-En demasiadas cosas.
-Alguna innecesaria?
-No. Ninguna innecesaria. Solo curiosas. Y también bastante complicadas..
-Complicadas?
-Si, eso he dicho.
-No merece calentarse la cabeza.
-No. Pero es necesario.
-Por alguna razón en especial?
-Si, por algunas en realidad..
-Como cuales?
-Pienso en porque estoy llorando.
-Porque lloras?
-Porque nunca lo hago?
-Te cuesta entender tus sentimientos.
-Si. Puede que sea eso.
-Explícate.
-No se que estoy haciendo. No debería sentir esto. No debería.


Una y otra vez, su cabeza se debatía en una encrucijada.

Sueños Rotos.

Querría preguntarle al destino, en que se basa para ponerle un sitio a cada persona en el corazón de otra. Y como se complementan, de forma que se sacian las carencias del contrario. Me pregunto si en realidad, es la razón quien guía a alguien a forjar su propio camino. ¿Hay formas pasionales de hacer las cosas bien? Cuando la cabeza te dice una cosa, y el corazón otra, es difícil explicarse. Es difícil pensar con claridad y objetividad. En cierta manera, solamente ves como el tiempo pasa, como las cosas siguen su curso, sin que apenas puedas hacer nada al respecto. Me habría gustado comprobar el 'que hubiera pasado si..'.No sabes cuantas veces me e abrazado al viento en busca de respuestas, soluciones. Lo que crees que no quieres a veces resulta ser lo mejor que te ha pasado. Con o sin sentido, todavía queda una pequeña parte de mi pensamiento que se plantea esa posibilidad. Aún me abrazo a tus palabras. Busco tus ojos a través de las calles.

Refugios.

A veces, cuando te echas en la cama intentando dormir, y miras el reloj por primera vez mientras ves como poco a poco se desmorona toda tu vida y tu estas ahí, tumbado, viendo como se aleja el tren, como pasan los minutos, viendo como pasa tu vida por delante, dejando paginas en blanco cada noche al pasarte una media de 5 horas en vela preguntándote que haces o has hecho mal, que razón se ha llevado tu felicidad, que acción ha causado que te acuestes todas las noches dándole vueltas a los mismos problemas, las mismas historias.. cuando piensas que en realidad estos así porque quieres, y haces un intento de fingir felicidad, que nada te importa, y que nada ocupa todo el espacio de tu mente, no te engañes, tan sólo refúgiate en esas noches que crees interminables, con un poco de música, mucho tiempo, y alguien en quien pensar...

Incandescencia.

Un piano. Fibras, con notas en cada miembro. Sensación de haber cumplido una promesa. Como soldados, se van lejos. Insoluble en agua. Confusión a través de la piel. Tersa. Mojada. Toca de noche. Las propuestas se han ido fuera. Fascinante. Tocar. Solo. Sola. Cuatro llamadas al cielo, cada una de ellas mas aguda que la anterior. A través de mi alma. Partituras. Sentimientos que cierran brechas. Frío. Fría. Lluvia fría. Cayendo cada dos días. Sentimientos que no se olvidan. Fría lluvia. Realidad. Lo intenté. Pálpito. Sangre apresurada. Horas húmedas. Motivos a lo lejos. Suena. Viernes. No lo cojo. Verme caer. Helado. Helada. Lluvia helada. Vuelvo a intentarlo. Intocable. Lo toco. Lo toqué. Gravedad. Manos entrelazadas. Fijación. Se viene abajo. Misericordia. Segunda oportunidad. ESPERAR. Cansancio. Ácido. Ácida. Lluvia ácida. Mejillas encendidas. Voces sin cuerdas. Limitaciones. Cartas sin abrir. Lunares de colores. Radiante. Quemo. Quema. Lluvia quemada. Encaja. Encajamos. Días contados. Adhiere melancolía al licor. Escuece. Heridas con licor. Catalogas. Tres meses. Lloros. Malas noches. Interminables días. Cegadez. Ciego. Ciega. Lluvia cegada. Historias en mano. Violines ensordecen. Teatro. Burdas imitaciones. Vagan por las calles en busca de dinero. Sobrevolando. Verdadera importancia. Tinto. Tinta. Lluvia tintada. Escucha. No oye. Ingenio agudizado. Zapatos de charol. Recuerdos. Dolor. Escapar. Pronombres sin validez. Sinónimos. Lucidez. Tú. Yo. Simbiosis. Unión. Abecedario. Décima letra. Nada más importa. Fiordos. Pureza. Llorar. Todo cambia. Rutina. Comparto tus sueños. Comparto tu cama. Mitos. Fanatismo. Ternura. Tierno. Tierna. Lluvia tierna.